La esquina Voyeur de Chepe

Desde el encorbatado que sale de las oficinas, el jardinero que podó las plantas de la señora en los suburbios, el jornalero que sudó su pan, los y las estudiantes, las amas de casa. Desde la empleada doméstica que corre a cuidar a su cría después de haber limpiado casas ajenas, hasta las chicas de rayas del señoritas que vacilan por la calle. Empleados diversos, muy muy diversos y tan iguales a la vez. Artistas y más. Algún turista con su Lonely planet, pensando cuál de los cuatro rumbos debería tomar para hacer su estadía más interesante. Algún perdido, y en el ambiente...rumores...rumores y más rumores de las conversaciones, palabras que se lanzan al mundo.
Con mochilas o bolsos, carteras grandes y pequeñas, de muchos colores. Todos a cuestas con sus pequeñas grandes vidas, llevando esas cositas que nos hacen especiales.
Una mujer mayor, camina encorvada a paso lento, casi cojeando con dos bolsas en cada mano en medio de la multitud acelerada. Caminar cansado, mirada aparentemente fuerte. Alguna duda, y una esperanza se asoma a su cansado rostro.
Pelos largos y otros más cortos. Canosos, negros...y más oscuros. Colas de caballo, medias colas, chuzos y colochos. Con plastigel, spray o peinado ventarrón. Teñidos farmachas, calvas disimuladas y otras muy orgullosas.

Colores que van y vienen. Para los cuatro caminos que impone el cruce.

Algún vagabundo con mirada distante. Otros sonriendo y conversando amenamente como en la sala de su casa, por su celular.

Vendedores de lotería y raspas. Chancletas, sandalias y tenis. Plataformas , tacones y zapatos, botines y alguna zapatilla con una flor. Ahí van todos para algún lado. Jóvenes y viejos, mujeres y hombres. Lo que no sobran en estas calles, son los niños....que lástima. Tal vez jugarían a escondido entra gente, le jalarían el pelo a alguna señora. Tropezarían con el paso apurado de los grandes y sus horribles deberes.

Todos esos rollos y más son los que se echa uno desde la antigua esquina de radio Monumental en el corazón de San José. Un negocio redondo: café, restaurant, bar, galería. Un empresario visionario que deja a Manolos en pañales. Ese es Q´café. Una esquina exquisita para el encuentro, entre lo público y lo privado, adentro y afuera. Lugar ideal para el vagabundeo que empieza con un café(s) y termina con una birra(s).

Tardes con compas y cafés, de encuentros y desencuentros, citas, soledades y charlas.
Se conversa, se bebe, se fuma. Afuera...Un tullido por ahí, un cojo por allá, pasos cortos, pasos largos, apurados casi todos. Corren casi, algunos. Algun punketo perdido en el tiempo, recicladores de cartón, el guarda del banco pensando en aquel fin de semana que pasó tan bien.

Pechonalidades, el hombre fatal, la mujer más bella, llantas Firestone, piernas largas, cortas, enanos, gordos y gordas. Flaquezas. Miradas cansadas, enamoradas, perdidas, distraídas y preocupadas, llenas de gozo en una conversación. Angustias, sonrisas y conformismos.Penas....Ay aay ay.

Parejas, grupos y sobretodo personas solas que fijan si es que lo tienen...su destino, en un andar urbano.

Todo eso desde uno de los puntos más céntricos de la ciudad...en un acto de voyeurismo...casi perverso. Si no fuera porque uno se está tomando tan solo un café...